Valoración de la nueva política para Iraq de la administración de Bush



La nueva política para Iraq anunciada por el presidente de EE.UU., George W. Bush, en un discurso televisado a todo el país en Estados Unidos el pasado 10 de enero también ha suscitado un importante debate en Japón. La anterior política sobre Iraq del Gobierno de EE.UU. había alcanzado un serio punto de inflexión. El propio presidente Bush, al referirse a la situación actual de Iraq, admitía en su discurso que se habían cometido errores y decía, "la responsabilidad ha de recaer sobre mí". En Iraq, el conflicto sangriento de violencia sectaria va en aumento y no parece tener fin, y en Estados Unidos las críticas a la guerra de Iraq son cada vez mayores. Ante estas circunstancias, el Partido Republicano en el poder ha perdido la mayoría, tanto en la Cámara de

Representantes como en el Senado, en las elecciones parciales al congreso celebradas el pasado mes de noviembre. Además, el Grupo de Estudio sobre Iraq de los dos partidos, creado por el Congreso e integrado por personas tan ilustres como el ex-secretario de Estado, James Baker, hizo público recientemente un conjunto de recomendaciones que solicitaba un cambio radical de política en Iraq. (Véase el Japan Brief del 8 de diciembre de 2006, titulado "Valoración de las Recomendaciones del Grupo de Estudio sobre Iraq".)

En su discurso del 10 de enero, el Presidente Bush presentaba una nueva política que, por el momento, giraba en torno a un aumento de la intervención militar estadounidense. Esta nueva política incluye: (1) un aumento provisional de 21.500 soldados estadounidenses en Iraq; (2) una nueva provisión de 1164 millones de dólares (unos 138.500 millones de yenes) para la reconstrucción de Iraq; (3) impedir la influencia iraní y siria en Iraq; (4) intensificar la eliminación de la insurgencia armada en Iraq con la cooperación del ejército de EE.UU.; y (5) la transferencia de la responsabilidad de la seguridad a las fuerzas de seguridad iraquíes en noviembre de este año. Los principales periódicos de Japón informaban sobre esta nueva política de forma destacada en sus portadas y en las páginas de noticias internacionales de sus ediciones vespertinas del 11 de enero, y los cinco diarios de tirada nacional publicaban editoriales en sus ediciones matutinas del 12 de enero en los que examinaban la eficacia potencial de la nueva política del presidente Bush.


La intervención militar estadounidense en el conflicto sectario iraquí


El aspecto más subrayado de la nueva política es la decisión de incrementar la presencia militar estadounidense en Iraq en más de 20.000 soldados. Esto ha dejado dudas respecto de si existe algún tipo de coherencia entre la nueva política y la comprensión de la situación actual expresada en el informe del Grupo de Estudio, donde se afirmaba que es posible retirar la mayor parte de las tropas de Iraq en marzo de 2008.

Un artículo especial del Yomiuri Shimbun (edición del 12 de enero), que movilizó a sus corresponsales tanto en Washington como en El Cairo, analizaba de la siguiente manera el significado del gran aumento del número de soldados estadounidenses en Iraq en este preciso momento: "Lo más acentuado respecto de la nueva política en Iraq en esta ocasión es que el ejército de EE.UU. se ha visto obligado a cambiar de política desde la no intervención en el conflicto sectario, que es la que ha seguido hasta ahora, para adoptar una política de intervención. El ejército estadounidense concentrará brigadas de combate muy potentes en la capital de Bagdad y desplegará 4000 marines en la provincia de Anbar, que es una plaza fuerte de las milicias que pertenecen a la secta suní. La estrategia consiste en acabar con la situación actual en Iraq, que ha derivado en un estado de guerra civil a causa de la intensificación del conflicto sectario, mediante la inyección de una dosis fuerte de medicina en forma de envío de refuerzos de tropas estadounidenses". Y añadía el artículo: "El objetivo de esta operación de limpieza afecta no sólo a las fuerzas armadas pertenecientes a la secta islámica suní como ocurría anteriormente, sino también a las milicia de la secta chií, que son la base del apoyo que recibe el gobierno del primer ministro, Nouri al-Maliki".

El editorial del Asahi comentaba: "Los comandantes del ejército estadounidense que supervisan la estrategia en Iraq también expresaron su escepticismo en cuanto a la conveniencia de enviar más tropas. Bush reaccionó sustituyéndolos por otros generales nombrados a dedo y se abrió paso al elegir esta última medida política. Creemos que este aumento del número de soldados es una apuesta muy arriesgada. Retrospectivamente, la administración Bush ha reforzado su presencia en Iraq con más tropas en tres ocasiones hasta la fecha. Ninguno de estos aumentos, sin embargo, ha podido generar efectos duraderos". Y proseguía: "Estos últimos cuatro años nos han enseñado que no se puede dar nueva vida a Iraq únicamente mediante el uso de la fuerza militar. Existe también el punto de vista según el cual la sola presencia de las tropas estadounidenses puede seguir empeorando la situación. Va a seguir Bush cerrando los ojos a esta realidad? Nos tememos que el aumento de tropas sólo vaya a servir para acrecentar las matanzas y sumir a la región en un caos aún mayor".

Por otra parte, el editorial del Sankei Shimbun manifestaba: "Como se pone de relieve en la nueva política, la máxima prioridad debería ser la restauración de la seguridad". Al expresar cierta comprensión por el aumento de tropas estadounidenses, decía: "En el sentido de que anticipa un nuevo sacrificio que surge a raíz del proceso de eliminación de elementos armados por la fuerza, hay un sereno realismo que caracteriza a la nueva política en Iraq. Aunque uno se oponga al envío de más tropas, se ha de estar de acuerdo con la opinión [según palabras del presidente Bush] de que una retirada de Estados Unidos en estos momentos provocaría la caída del gobierno iraquí y acabaría en matanzas masivas a una escala inimaginable".


Dudas sobre la capacidad del gobierno iraquí para mantener la seguridad


La nueva política para Iraq de la administración de Bush propone un calendario para restaurar la seguridad en Iraq mediante un aumento de la presencia de tropas estadounidenses para, más adelante, transferir la responsabilidad de la seguridad en todas las provincias de Iraq a la parte iraquí en noviembre de este año. Sin embargo, muchos de los comentarios de los periódicos de tirada nacional de Japón expresaban sus dudas respecto de que la situación fuera a evolucionar según lo planeado.

Al señalar a la complejidad interna del gobierno iraquí, el editorial del Yomiuri observaba: "El gobierno iraquí, con el que Estados Unidos ha venido cooperando, no es fiable. El primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki, un chií, se ha comprometido a disolver los grupos de milicianos. No obstante, el más numeroso de estos grupos es el Ejército de Al-Mahdi, dirigido por el clérigo chií anti-estadounidense, Muqtada al-Sáder, que apoya al gobierno de Maliki. Será capaz Maliki de disolver realmente los grupos de milicianos chiíes, algo que debilitaría su base de apoyo político?"

El editorial del Nikkei observaba de forma parecida: "Exceptuando a algunas regiones, se producirá un cambio en lo que respecta al mantenimiento de la seguridad al situarse la parte iraquí al frente, pero eso no garantiza que la seguridad vaya a mejorar. El motivo es que el enfrentamiento se está complicando cada vez más: Las fuerzas de resistencia y los extremistas pertenecientes a la secta islámica suní, en lugar de dirigir simplemente sus ataques contra el ejército estadounidense, están lanzando ataques provocadores contra los chiíes, y éstos contraatacan a su vez; además, las luchas internas entre los propios chiíes serán cada vez más intensas. En vista de la situación actual, es más que dudoso que la responsabilidad de la seguridad pueda ser transferida en noviembre".


La nueva política rechaza el diálogo con los vecinos de Iraq


El Grupo de Estudio sobre Iraq recomendaba la reanudación del diálogo con Irán y Siria para resolver el problema de Iraq. Sin embargo, la nueva política rechaza de plano esta idea. Varios editoriales expresaban su preocupación por esta postura adoptada por la administración de Bush.

Al centrar su atención sobre este problema, el Mainichi Shimbun observaba: "Un diálogo con Irán y Siria y la creación de un grupo de apoyo internacional formado por los países del entorno y los miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas... Contra estas recomendaciones del Grupo de Estudio sobre Iraq, el presidente Bush no mostraba su postura positiva y más bien, en su discurso se destacaba su postura de intentar contener Irán y Siria. Es importante para el propio Estados Unidos que cambie y salga del estado de aislamiento en que se encuentra dentro del mundo árabe islámico. En especial, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice debería sondear la viabilidad de ideas como la creación del grupo de apoyo internacional durante sus viajes a Oriente Medio y a Europa".

En lo que concierne a la respuesta del gobierno japonés, un artículo del Yomiuri (edición del 12 de enero) informaba: En respuesta al anuncio de EE.UU. en lo referente a su nueva política sobre Iraq, el Gobierno [japonés] tiene la intención de seguir de cerca los cambios que se produzcan en la situación de la seguridad y demás factores a la hora de tomar una decisión sobre la duración de las actividades de la Fuerza Aérea de Autodefensa y la forma de cooperación económica. En una conferencia de prensa el 11 de enero por la tarde, tras conocer el anuncio de la nueva política, el ministro Portavoz del Gobierno, Yasuhisa Shiozaki, aclaraba la intención de Japón de continuar con su ayuda como hasta ahora. Dijo: 'En cooperación con la comunidad internacional, realizaremos verdaderos esfuerzos, como, por ejemplo, mediante la cooperación en el transporte por parte de la Fuerza Aérea de Autodefensa, y mediante la concesión de préstamos en yenes, para que Iraq pueda superar sus dificultades y convertirse en un país estable'."



The Japan Brief
Enero Del 2007








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