Luces y sombras de los 10 años del Primer Ministro Blair en el cargo
(13 de Mayo del 2007)



El pasado 10 de mayo, el primer ministro británico, Tony Blair, en un idscurso anunciaba de forma oficial su dimisión, con las siguientes palabras: "Hoy anuncio mi decisión de renunciar a la dirección del Partido Laborista El 27 de junio presentaré mi dimisión del cargo de primer ministro ante la Reina". Blair se convirtió en jefe de gobierno tras obtener una aplastante victoria en las elecciones generales de mayo de 1997. A la edad de 43 años, era el primer ministro británico más joven de la historia del siglo XX. Tomó las riendas del gobierno durante 10 años, el segundo período más largo de gobierno en la Gran Bretaña de posguerra tras el gobierno del Partido Conservador de Margaret Thatcher, que se prolongó durante 11 años y medio.

El legado de la administración Blair es una mezcla de luces y sombras. Las políticas nacionales que propugnaba el primer ministro Blair trajeron una brisa fresca no sólo a Gran Bretaña, sino también a la política europea, pero su plena implicación en la Guerra de Irak le hizo acreedor de numerosas críticas tanto desde dentro como desde fuera del Reino Unido. Los cinco periódicos de ámbito nacional en Japón publicaban editoriales en los que se analizaban los resultados del decenio de Blair en el cargo e intentaban evaluar a este dirigente tan carismático, el Asahi Shimbun y el Sankei Shimbun en sus ediciones del 11 de mayo; y el Yomiuri Shimbun, el Mainichi Shimbun y el Nikkei en las del 12 de mayo. El día 10 de mayo por la tarde, el primer ministro, Shinzo Abe, comentaba en declaraciones ante la prensa (Yomiuri, edición del 11 de mayo): "[Blair] ha dejado tras de sí un gran legado de logros muy importantes. Emprendió reformas educativas y de desarrollo económico, y creo que contaba con un amplio respaldo del pueblo británico. Espero que de ahora en adelante, también se esfuerce por impulsar las relaciones entre el Reino Unido y Japón".

Grandes elogios a la "Tercera Vía"


Como legado político del primer ministro Blair, los editoriales de la prensa nacional expresaban grandes elogios por haber establecido con toda claridad el concepto de la política de "tercera vía", con el objetivo de lograr un equilibrio entre la economía de mercado, cuya base es la libre competencia, y la justicia social.

El editorial del Asahi manifestaba: "Como visión, la Tercera Vía no trata de alcanzar el estado de bienestar tradicional y su promesa de 'seguridad durante toda la vida', ni tampoco representa el neoliberalismo de la anterior primer ministra, Margaret Thatcher, que daba gran importancia a la competitividad. Antes bien, trata de incorporar los méritos de estas dos ideologías, al esforzarse por construir una sociedad enérgica, eficiente y justa. Arraigado en esa teoría, Blair impulsó con audacia las nuevas políticas para los sistemas de asistencia sanitaria, la autonomía local, el empleo y otros frentes fundamentales. Lógicamente, no todo salió según lo previsto. La brecha entre ricos y pobres sigue siendo enorme. La administración Blair también ha sido seriamente criticada por sus políticas educativas, una materia en la que el gobierno se ha mostrado particularmente activo. A pesar de la caída de Blair en los índices de popularidad, no puede negarse que su teoría de la "Tercera Vía" ha abierto nuevas posibilidades para los gobiernos de nuestro tiempo, y especialmente para las democracias sociales".

El editorial del Nikkei comentaba: "La línea política conocida como la 'revolución Blair' ha seguido ejerciendo posteriormente una gran influencia, también sobre otros países, y muchos políticos han llegado a tomar al primer ministro Blair como modelo de hacer política. En las elecciones presidenciales francesas, la candidata del Partido Socialista, Segolene Royal, fue incapaz de desprenderse de su sesgo izquierdista y ha salido derrotada, mientras que el candidato conservador, Nicolas Sarkozy, quien según afirmó había aprendido del primer ministro Blair, ha salido victorioso. En Gran Bretaña, el apoyo al Partido Conservador es ahora mayor porque su líder, David Cameron, ha dado un golpe de timón hacia el centro". Y añadía las palabras de despedida: "El nombre de Tony Blair permanecerá, sin lugar a dudas, en el recuerdo de las gentes de todo el mundo durante mucho tiempo".


La política de principios de Blair y el apoyo a la Guerra de Irak



La elocuente imagen de frescura que Blair representaba se difuminó rápidamente en la segunda mitad de su administración. Allá por los tiempos en que tomó posesión del cargo, disfrutaba de un índice de apoyo superior al 70 por ciento, pero después de 10 años éste ha descendido hasta situarse entre el 20 y el 30 por ciento. Según una encuesta de opinión pública realizada en Gran Bretaña, el principal motivo de esta caída ha sido el total apoyo de Blair a la Guerra de Irak emprendida por el presidente de EE.UU., George W. Bush. Pero por qué decidió el Primer Ministro apoyar la Guerra de Irak?

Bajo el titular de "Una vocación mesiánica que ha sufrido un revés en Irak", el editorial del Mainichi afirmaba: "A finales del año pasado, el Real Instituto de Relaciones Internacionales [Chatham House] hizo público un informe en el que criticaba con dureza la participación en la Guerra de Irak tildándola de 'tremendo error'. El informe decía que los motivos para comenzar la guerra y su legitimidad eran inexistentes, la paz de posguerra no se ha alcanzado, y, a pesar de haber hecho sacrificios, el gobierno británico no ha ejercido ningún tipo de influencia en la administración Bush. Y añadía en tono crítico que la estrategia de apoyar lealmente a Estados Unidos, para frenar la peligrosa política estadounidense y lograr acercarla a la postura británica ha resultado completamente ineficaz". Y proseguía el editorial: "Blair se mostraba orgulloso de su diplomacia de intervencionismo liberal y lleno de principios así como de una vocación mesiánica cuando insistía en que 'si queremos asegurar nuestro modo de vida, no queda otra opción sino luchar por ello'. Pero al seguir adelante con la Guerra de Irak, perdió la confianza de su pueblo y deterioró sus relaciones con Europa".

El editorial del Yomiuri señalaba que el error de cálculo en la Guerra de Irak había trastocado la diplomacia del primer ministro Blair. Decía: "El deterioro de la situación en Irak ha sido sin ninguna duda el factor más importante para la caída del índice de popularidad de Blair. Al otorgar la máxima prioridad a la alianza de su país con Estados Unidos, el primer ministro ofreció las tropas británicas para la invasión de Irak que lideró EE.UU. en 2003, haciendo caso omiso tanto del pueblo británico como de los miembros de su propio partido. En el discurso del jueves, Blair admitió que los episodios de terrorismo internacional no habían hecho más que aumentar desde que tuvo lugar la destitución del régimen del presidente iraquí, Saddam Hussein. Pero siguió manteniéndose fiel a sus inquebrantables convicciones, al afirmar: "Decidí que deberíamos estar hombro con hombro con nuestro más antiguo aliado, y así lo hice, por pura convicción".

En un artículo publicado por el Mainichi el 11 de mayo, el antiguo director de la redacción europea del periódico comentaba: "No debemos pasar por alto que en el planteamiento del primer ministro Blair de considerar a la comunidad internacional desde el punto de vista de los valores morales, como, el bien y el mal, y la justicia y la injusticia, hay una manera de ver las cosas que se identifica con la de los neoconservadores que apoyaron a la administración Bush. En ese sentido, la de Irak ha sido un guerra conjunta de Bush y Blair cuyo objetivo era la propagación de la libertad y la democracia". El artículo continuaba: "Tras la retirada del primer ministro Blair, el presidente Bush también desaparecerá del primer plano. La salida de estos dos políticos simbolizará, sin duda alguna, el final de una diplomacia intervencionista que ha gobernado el mundo desde el 11-S, primando la ideología sobre todo lo demás".

Cambio de liderazgo en los principales países europeos



Con la dimisión del primer ministro Blair, se habrán producido cambios de liderazgo en los cuatro países más importantes de Europa (Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia), empezando por la toma de posesión de la canciller, Angela Merkel, en Alemania en noviembre de 2005. El centro de atención será ahora comprobar cuál de estos nuevos líderes desempeñará un papel protagonista en Europa.

En un artículo publicado en la edición del 11 de mayo del Asahi, su director de la agencia europea comentaba: "El ex secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, llegó a burlarse en su día de los líderes de Francia y Alemania, que se oponían firmemente a la Guerra de Irak, al referirse a ellos como los representantes de la 'vieja Europa'. Desde entonces, no obstante, la cancillera Merkel ha aparecido en Alemania para archivar y descartar la anterior línea anti-estadounidense del gobierno; y en Francia, el presidente electo Sarkozy ha dejado claro que va a conceder gran importancia a las relaciones con Estados Unidos. Las llamas de la guerra en Irak no se han extinguido aún, pero el mapa político de Europa se está recomponiendo para la era post-Irak". Y proseguía el artículo: "Quién será el que reprenda los imprudentes arrebatos de Estados Unidos y logre dibujar el mapa de Europa y el mundo tras la era posterior a la Guerra Fría? Probablemente sea poco razonable esperar que los nuevos líderes de Gran Bretaña y de Francia, cuya experiencia es más bien escasa en el ámbito de la diplomacia multilateral, puedan desempeñar este papel de inmediato. Así que, podrá ejercerlo la cancillera Merkel? Quizá. Dado que será ella quien presida la cumbre del G-8 en Alemania, podrá lograr el consenso entre los principales países desarrollados sobre asuntos como el calentamiento global? Por el momento, ése será su primer examen.




The Japan Brief
Mayo Del 2007







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